El Origen y el Universo : ¿monoteísmo/dualismo o monismo?
Se podría decir que, básicamente, hay dos maneras de pensar el origen del mundo: monismo y dualismo.
Dualismo/Monoteísmo:
Encontramos una, el Dualismo, en las religiones monoteistas. Las que proponen un Dios, Creador del mundo.
El juedocristianismo y el Islam pertenecen a esta corriente, lo cual la convierte en la matriz del pensamiento de nuestra cultura.
Occidente y Medio Oriente, se podría decir, comparten esta visión, esta explicación metafísica sobre el Origen de todo.
Esta visión monoteísta implica, necesariamente, una dualidad y una estructura jerárquica.
Hay una diferencia de nivel entre el Creador y Su creación, una diferencia básica que se podría calificar de abismal.
Como en toda obra de arte, algo del autor habrá en ella, pero no son lo mismo en esencia. El artista es muchísimo más que su obra, miréselo por donde se lo mire.
El monoteísmo nos lleva a pensar las cosas desde un dualismo, ya de arranque. Hay un Dios y hay una creación. No hay un Uno, aunque ese "mono" parecia indicarlo.
Allí no hay uno, hay dos y muy separados. Hay una brecha inmensa entre Dios Creador y los humanos.
Según el libro del Génesis, que comparten la Biblia y el Corán, los humanos estamos especialmente mal posicionados con respecto al Padre creador, ya que somos descendientes de unos que se portaron muy mal al comienzo de todo.
Entonces tenemos que este planteo del origen que da el Monoteismo deja establecido un dualismo. Un dúo, son dos... y MUY diferentes. Hay uno que es mucho mas poderoso e infinitamente mejor. Hay un Creador y su creación, un Juez y Señor y siervos pecadores, un Padre y su hijo....y uno bastante mal aprendido.
Los humanos y Dios son entes separados, no son uno, son dos. Y hay una obvia diferencia de jerarquía entre ambos.
Este pensamiento dualista, separatista y jerárquico ya deja establecida una base de pensamientos sobre los cuales se armará toda la estructura de creencias de los que elijan creer en ella.
Un sistema de creencias que, más allá de nuestra elección, ya tenemos inoculado en el ADN desde hace siglos a través de la cultura de la que aquí somos parte.
Lo que pensamos del origen de lo que somos determinará lo que somos, como es lógico. Es de fundamental importancia tener esto en cuenta.
Monismo:
Otra manera de pensar el origen lo encontramos en las milenarias filosofías de Oriente y en algunos filósofos occidentales, como Pitágoras, por ejemplo, quienes sostienen que al comienzo había una infinita energía caótica en la que estaba todo implicado, hasta que un día ese fogoso caos energético explotó en un tremendo ¡BING BANG! que, en su expansión, dio origen al Universo.
Si le ponemos el nombre de Dios a esa energía primigenia, nos encontramos con que el Universo, entonces, no sería otra cosa que Dios "explotado". Todo lo existente, lo existido y lo que vaya a existir, no sería otra cosa que infinitas partículas esparcidas desde un mismo origen, a partir de una misma explosión.
En este planteo no habría entonces una diferencia de jerarquía en la esencia de las cosas y del Dios que las generó.
Monismo se llama a esta manera de pensar el Universo, derivado de un Uno originario. Cada partícula que exista será una partecita de ese Uno. Todos somos uno, esencialmente iguales y cada cual con su forma única. Y estamos todos conectados, aunque pueda parecer lo contrario.
Toda separación es ilusoria según estas religiones y filosofías, la clave es iluminar la conciencia para poder salir de esa fea ilusión de creernos separados, realizar la unidad y volver al Origen, para disfrutar a pleno la unión total, ya iluminados.
La manera que tenemos de pensar el origen de todo va a establecer la base de nuestra manera de pensar las cosas, y eso regirá nuestras acciones, será la matriz que moldeará nuestras vidas. ¡Nada menos!
Así un pensamiento dualista de origen nos lleva a transpolar a la vida diaria esa distancia de origen, a pensarnos como seres separados, fragmentados, y con diferentes niveles esenciales. Deja sentadas las bases para que se fije un esquema jerárquico, de superior e inferior, de poder o sumisión.
Desde una óptica monista, en cambio, al compartir todo un mismo origen con todo, se llega a concluir que hay entre los seres una unión esencial indiscutible, una conexión irrompible. En este planteo todos seríamos distintas células de un mismo cuerpo, nudos de una misma red, con una misma chispa divina en nuestro interior.... Y herederos de un mismo caos por resolver, ¡mal que nos pese! 🙂
Con este pensamiento de base, cuidar el entorno no es un acto de responsabilidad solidaria, sino que es casi un acto de egoísmo, ya que si estamos conectados por el mismo cordón umbilical, cuidar a otros es cuidarnos a nosotros mismos.
Creo que replantearnos nuestra forma de pensar el origen es un paso necesario para desarrollar nuestra conciencia. Revisar las creencias heredadas, elegir las que más nos convenzan, desnaturalizar lo que creímos siempre.
Dudar, corregir, elegir nuestras ideas de manera consciente, frenar ante la contradicción, registrar lo que daña, animarnos a cambiar de opinión tantas veces como sintamos que se merece, es un ejercicio indispensable para evolucionar, para que nuestra conciencia se expanda y se ilumine y de esa manera hacer nuestro aporte al desarrollo del pensamiento colectivo, a la conciencia social.
Si tenemos suerte y los más bellos sabios de tantas culturas tienen razón hasta se podría llegar a la Iluminación plena de la conciencia, salir por fin de la caverna...
¿Quién sabe? ¿Por qué no?
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